fibra y porno
Estábamos viendo la televisión mientras cenábamos. Un tipo vestido con un traje caro de cojones, nos decía que habían bombardeado un país y que cientoynosecuántas personas habían muerto cruzando el estrecho y que en Estados Unidos estaban disparando a los mexicanos que cruzaban la frontera y que una menor fue violada por cuatro hombres y que un tipo mató a su compañera sentimental y que estamos jodiendo al oso polar a base de bien y que «y ahora, pasamos a las noticias deportivas» . ─Puto mundo de mierda ─dije yo. La cena estaba buena. Era una buena cena. Era buena comida y buen vino. Pero, aquellas cosas, las de la tele, quitaban el apetito a cualquiera. ─A veces pienso que todas las teles del mundo deberían explotarnos en la puta cara ─dije. ─No empieces, ¿quieres? ─dijo mi mujer. Su tono era cansado. No sé si del día o de escuchar mis protestas, pero se le notaba. Ella estaba cansada. ─Sólo digo ─dije mientras me limpiaba el bigote con una servilleta de papel─ que