la gran corazonada
Desde crio, he tenido una obsesión con el mundo audiovisual. Ya de pequeño me gustaban los programas de la radio más que los de la televisión, coleccionar libros y garabatear libretas. Creo que mis abuelos me influenciaron en ese sentido. Por un lado, estaba mi abuelo materno. Él solía ir al cine siempre que su sueldo se lo permitía. Coleccionaba las entradas y llenaba álbumes de fotos con portadas de películas de John Wayne. Por el otro, mi abuelo paterno, solía dejar la tele muda y escuchar su transistor. Fuese lo que fuese lo que daban por la televisión ─las noticias o el fútbol, por ejemplo─, él prefería que la tele estuviese en silencio para ver moverse a los jugadores o al presentador, pero nada como la narración radiofónica para llenar de sonido aquellas imágenes. Fue él quien me regaló mi primer transistor. Era muy parecido al suyo. Era una especie de versión más moderna del que usaba él. Yo, solía ponerlo por las noches para escuchar programas has