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Mostrando entradas de julio, 2019

Martina

          Estaba tomándome un café cuando me pareció verla por primera vez después de tantos años. Oí su voz, pero sonaba como un instrumento desafinado, mendigando algo caliente que llevarse al cuerpo. Yo levanté la mirada de mi periódico disimuladamente y pude reconocer sus rasgos, aunque realmente estaba hecha una mierda. Un par de días después, volvió a cruzar por el ventanal de la cafetería ─esta vez no entró─, con su cuerpo menudo y arrugado, con ese aspecto tan jodido. Decidí dejar el dinero del café en la barra sin esperar el cambio y salir de allí rápido para poder seguirla. Llegamos a ese parque gigantesco que hay en el centro de la ciudad, justo al norte del río, el que tiene una iglesia en medio, y pude ver cómo ella se sentaba en la puerta con la mano tendida, esperando las limosnas de viejas y fachas que necesitan limpiar su alma. Martina… mi buena Martina, la que fue el amor de mi vida ─o al menos así lo creía durante mi adolescencia