tortitas de arroz
Era una noche especial. Ya te digo que lo era. Era tan jodidamente especial que no me había olvidado de que lo era y, viniendo de mí, es decir mucho. Salí del trabajo pasadas las tres de la tarde y me acerqué al centro comercial más cercano para comprar un par de libros y un CD de música para mi mujer. Los libros son un regalo jodido porque casi siempre la cago. Conozco los autores que le gustan a mi mujer y eso, pero casi nunca me acuerdo de qué libros le he regalado o qué libros ha comprado ella por su cuenta. Por eso, suelo acompañar el regalo con un CD recopilatorio de algún grupo o artista o estilo musical que le guste, para acertar seguro. Iba bien de tiempo, por lo que decidí comer en el centro comercial: una hamburguesa cargada de salsa, grasa y mierdas por el estilo con tres o cuatro jarras de cerveza. Llegué a casa y pensé en dónde esconder los regalos mientras mi mujer estaba en la ducha. ─¿Hoy cenamos fuera? ─me preguntó desde